De la Confusión y la Insensibilidad (sobre un comentario de Reginald Horace Blyth)


Otros escritos sobre Blyth: (aquí), (aquí) y (aquí)










¨En nada se manifiesta con más claridad la diferencia entre el senryu y el haiku que en su relación con el tema del sexo. Para el haiku, el sexo casi no existe; para el senryu es algo omnipresente. Hay, en verdad, algunos versos semi-amorosos de Kikaku, Ransetsu, Buson, Kyoshi, pero su monto no es significativo. El senryu se preocupa, sobre todas las cosas, por la relación esencial del hombre con el hombre y del hombre con la mujer. Un gran número de versos tratar el tema de Yoshiwara (*), no puede obviarse este asunto.En primer lugar, debido a la influencia del confucianismo, la vida familiar japonesa se había vuelto extremadamente rígida y formal. Entre los jóvenes de sexos opuestos, incluso entre marido y mujer, la relación intelectual o emocional era escasa o no existía en absoluto. A las parejas casadas nunca se les veía juntas, mucho menos en la calle. El único sitio donde un hombre podía conocer a una mujer libremente era en las casas de prostitución. Estos lugares eran de todo tipo, pero muchas de las mujeres empleadas allí eran inteligentes, con dotes artísticas, que habían adquirido, por diversas vías, una educación a la que no tenían acceso sus hermanas más virtuosas. Además, desde el punto de vista de senryu, Yoshiwara era un lugar donde el sentimiento humano se disimulaba menos que en otras partes. Para el estudio de la psicología humana, ningún sitio podría ser mejor. Esto, claro está, no fomenta una visión muy enaltecedora de la naturaleza humana, pero hay que recordar que las personas no son tan diferentes en uno u otro lugar. Como institución, la prostitución pública, igual que la guerra, la esclavitud, el trabajo pesado o la discriminación racial, resulta indefendible, y debe ser abolida. Sin embargo, mientras continúen existiendo en el mundo, no podemos negarnos a nosotros mismos los beneficios que están ligados a dichas instituciones, por ejemplo, el surgimiento del propio senryu. La actitud del escritor de senryu respecto a Yoshiwara es la de Dios, que no aprueba ni condena, sino que toma nota de los sufrimientos, los placeres, los vicios y las virtudes de la humanidad tal como se manifiestan en esos lugares. Es trágico, es cómico, es así. No hay nada más que decir en relación con cualquier fase de la vida. Estos tres elementos: el dolor, el humor y lo inevitable, irrumpen en todos los mejores senryu sobre este tema. En este sentido, vemos con mayor claridad tal vez que en cualquier otro caso, que los senryu son obras de arte. Rechazar el senryu relativo a Yoshiwara por razones morales, sería lo mismo que rechazar a Hamlet porque planificó y ejecutó un asesinato. Digamos que Shakespeare no estaba de acuerdo con el asesinato. Esto bien puede ser así, en lo que se refiere a él mismo y a sus propias acciones. Pero no es posible decir que él lo desaprobara en Hamlet, Otelo y Macbeth. La madurez, no la moral, es todo.¨

Fuente: R. H.Blyth: Senryu. Japanese Satirical Verses. Hokuseido. Tokyo, 1949



Permítasenos hacer algunas observaciones sobre este comentario de Blyth:


Cita:
¨Como institución, la prostitución pública, igual que la guerra, la esclavitud, el trabajo pesado o la discriminación racial, resulta indefendible, y debe ser abolida. Sin embargo, mientras continúen existiendo en el mundo, no podemos negarnos a nosotros mismos los beneficios que están ligados a dichas instituciones, por ejemplo, el surgimiento del propio senryu¨
.

         …Este pensamiento nos resulta confuso y hasta malsano: por una parte el autor reconoce que son fenómenos muy malos y que son ¨indefendibles¨, pero luego hace justo eso, es decir, mina su intransigencia declarando lícitos los supuestos ¨beneficios¨ que aportan. Seria interesante que Blyth hubiera ampliado la lista de beneficios que para él aporta la discriminación racial o de sexo, o la guerra. Sería un buen tema de debate.
            ...Y todo esto, dicho justo del país que acababa de sufrir, tan sólo unos años antes, los ataques de Hiroshima y Nagasaki y de otras bellezas de la 2-a guerra mundial, cometidas por todas las partes que no conviene citar aquí. 
         Creemos que aquello que afirma Sr. Blyth es tan evidentemente absurdo que nos parece una pérdida de tiempo refutarlo.
Mujeres en sus ¨jaulas¨ en Hoshiwara en 1899 (*)
Cita:

¨La actitud del escritor de senryu respecto a Yoshiwara es la de Dios, que no aprueba ni condena, sino que toma nota de los sufrimientos, los placeres, los vicios y las virtudes de la humanidad tal como se manifiestan en esos lugares¨.


         ...Nos gustaría saber a qué dios se refiere el autor, porque el Dios verdadero, tal como lo entendemos nosotros, está vivamente interesado en los asuntos humanos, como cualquier padre que vive con las cosas de sus hijos, alegrándose por las buenas y sufriendo por las malas.
            Cualquier consciencia mínimamente sensible se negaría a  admitir que Dios observase impasiblemente a una familia pobre llevar a su hija de catorce años al barrio Hoshiwara para hacerla objeto de placer para cientos de hombres, hasta que un día posiblemente sea alcanzada por una enfermedad mortal en una edad prematura. No nos imaginamos a los padres volviendo a casa y poniéndose a escribir senryus o calcular los beneficios de este ¨negocio familiar¨. Tampoco creemos que a cualquier mujer en Hoshiwara le de por escribir senrys tras años y años de abuso sexual (porque en realidad la prostitución es un abuso del sexo que en el ¨mejor¨ de los casos, sólo lleva la apariencia de libre consentimiento). 

Cita:
¨Rechazar el senryu relativo a Yoshiwara por razones morales, sería lo mismo que rechazar a Hamlet porque planificó y ejecutó un asesinato¨.
             ..Bueno, como profesor de literatura inglesa Blyth debería saber mejor que nadie que Hamlet nunca planificó ningún asesinato. No sólo no es autor de tramas, sino todo lo contrario: fue víctima de las tramas de Claudio contra su vida y la de su padre. Recordemos los hechos tal como son: Hamlet cae víctima de la espada envenenada de su mejor amigo Laert, el hermano de Ofelia, astutamente manipulado por el usurpador del trono, el ¨rey¨ Claudio, habiéndole éste último hecho creer que Hamlet fuera la causa de la desgracia de su padre y la de su hermana.  
           Hamlet sí llegó a matar a Polonio, el padre de su amada Ofelia, pero no a consecuencia de una trama, sino accidentalmente. Polonio se encontraba espiándole detrás de una cortina y Hamlet pensó que era su tío, el rey Claudio, el asesino y usurpador del trono y del lecho conyugal de su padre. Fue un asesinato fortuito y no planificado; no hubo ninguna trama detrás. Más aun, según el código moral medieval, el prímcipe danés tenía el perfecto derecho de llevar a cabo una venganza de sangre. Y no sólo eso, sino obró por mandato expreso de su padre, quien se le había aparecido como un fantasma, exigiendo que el hijo se vengara de su tío por el crimen que había cometido. Todo ello Blyth debería conocerlo perfectamente y no nos explicamos cómo puede incurrir en tamaño error, tratándose de una de las obras cumbre de la literatura inglesa. 

Cita:      
¨Esto bien puede ser así, en lo que se refiere a él mismo y a sus propias acciones. Pero no es posible decir que él lo desaprobara en Hamlet, Otelo y Macbeth. La madurez, no la moral, es todo.¨
         ...Una vez más, aquí Blyth llega a afirmar una cosa que es (y estamos siendo muy cuidadosos con las palabras) como mínimo absurda: que el autor sí se condenaría a sí mismo si llegara a asesinar, pero no rechaza que lo hicieran los protagonistas de su obra, en este caso Otelo y Macbeth (de Hamlet ya se habló). Parece como que un personaje ficticio puede hacer lo que sea y que ello no esté sujeto al código moral: no por ser ficticio el personaje , sino justo por representar la vida real. Creemos que no es necesario explicar más por qué hemos calificado también esta afirmación de Blyth como absurda.
        ...Consideramos que lo que ocurre con Blyth es que en sus interpretaciones no parte de un sistema de valores éticos, sino que sitúa el arte por encima de la moral, al igual que Oscar Wilde y muchos modernistas más; y llega a afirmarlo con una claridad meridiana al decir que no la moral, sino la madurez lo es todo (¨Ripeness, not morality, is all¨). Para él madurez significa no interferir, en no condenar, en dejar las cosas como son, defendiendo una cosa inadmisible: una moral privada para el hombre y otra, en cuanto a su actitud hacia afuera, hacia el mundo. A eso ni más ni menos se le llama doble moral.
Niños soldado rusos durante la Segunda Guerra Mundial
         ¨Ripeness, not morality is all¨… Aforismo aparte, no comprendemos cómo una persona puede ser llamada madura si no es ética, (o es ética a medias, sólo en lo privado) cuando es justo lo contrario: únicamente a una persona ética podríamos llamarla madura con propiedad. Un niño no es considerado maduro justo porque no es ético, es decir, no sabe distinguir muy bien todavía entre le bien y el mal.
         A nuestro modo de ver, los valores humanos son la columna vertebral que sostiene al hombre: en su vida cotidiana y también en todas las manifestaciones artísticas. Es completamente falso identificar moral con esclavitud y con moralismo so pretexto de una libertad que se encuentre por encima de lo ético.  Porque allí donde falta lo ético, falta también lo humano.
           Hablando con propiedad, sólo una persona moral puede ser madura; y si es moralmente madura, se indigna ante cualquier injusticia: sea racial, de género, de clase o la que sea. Esta madurez, la auténtica,  es compromiso y es obras; precisamente lo contrario de la ¨madurez-pasividad¨, ¨madurez-indiferencia¨ y la ¨madurez-ambiguedad¨ que profesa  Blyth. 
          Pero no nos extraña: si uno prescinde de Dios (y hablar de Dios sin saber de Dios es lo mismo que prescindir de Él, si no peor), acaba cayendo en la confusión; es decir, entronando cualquier filosofía, teoría o el arte mismo por encima de los valores morales. Como decía Pascal en sus ¨Pensamientos¨: cuando uno pierde noción del verdadero bien, todo se convierte en su bien; cuando uno pierde noción de la verdad, todo se convierte en su verdad. 
         Según nuestro punto de vista, afirmaciones escandalosas como que la guerra, la explotación sexual de la mujer y el abuso del prójimo tienen su beneficio (profit) del que ¨no deberíamos privarnos¨ (!) y que Dios es un frío observador de las glorias y miserias humanas son la lógica consecuencia de un pensamiento que al intentar librarse de los valores morales, ha caído esclavo de la arbitrariedad. 
         Según parece, el frío observador en este caso no es Dios, sino el autor mismo.
         Nos preguntamos si a Blyth le hubieran quedado ganas de seguir afirmando lo mismo y glorificando el senryu (y otros beneficios que no concretiza) por encima de la guerra si en 1945 su familia hubiera quedado carbonizada en Nagasaki, o enterrada bajo los escombros de Tokio tras los feroces bombardeos de la capital. O si él hubiera tenido a familiares enviados a una ¨beneficiosa¨ estancia en Buchenwald o que ¨no se hayan privado¨ de las delicias de la ocupación de Nanking , por poner sólo unos cuantos ejemplos. 
          Tampoco creemos que así rinde honor a los 460.000 compatriotas suyos de las Islas Británicas, muertos cumpliendo su deber en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, en campos de concentración o bajo las bombas en los ataques aéreos alemanes. El comentario de Blyth resulta especialmente ofensivo por haber sido escrito justo después del final de la guerra; una guerra que se había cobrado un total de entre 62 y 80 millones de vidas humanas (la suya, evidentemente no), entre las cuales, unos 3 millones de japoneses, compatriotas de su esposa. (*)
      Tampoco entendemos cómo el mismo Blyth, cuya casa quedó destrozada por los bombardeos,  aniquilando su biblioteca y los frutos de años de trabajo, pueda no darse cuenta de haber salvado la vida por puro milagro y, a pesar de todo, seguir insistiendo en que la guerra puede ser atractiva. Evidentemente, aquí no cabe una explicación racional. 
            Y finalmente, parece que, siguiendo a Blyth, también tendríamos que estar agradecidos porque en su día existieran los galeotes o los esclavos constructores de las pirámides faraónicas, los sacrificios humanos o las prostitutas en la Roma imperial, por los supuestos beneficios que aportaban, de los cuales nadie tendría que haberse privado, pero que, dicho sea de paso, fueron justo la causa de la caída de tan poderosos imperios.
Caballo muerto en el campo de batalla. Guerra Civil  de los EE.UU. 1863

…Lo triste de todo ello es que los amplios conocimientos de Blyth, aunque sea sólo factológicos, sobre el haiku y su estilo seductor le han ganado una categoría en este ámbito artístico que hace más fácil que los lectores sean influidos por ideas deshumanizantes como las expuestas, en este y en otros escritos suyos.
       Se pueden hacer más observaciones sobre este texto, pero nos detendremos aquí; creemos que con lo dicho es más que suficiente. Sólo añadiremos que dejarse llevar uno por autoridades literarias, filosóficas, doctrinales o espirituales dudosas sin apelar a la propia razón y apoyarse en el sentido de decencia permite que señores como Blyth gocen de un prestigio que, a nuestro parecer, es infundado: sobre todo por su mensaje ético desviado, pero también por la ambiguedad de los conceptos, por la arbitrariedad en el uso del lenguaje y firme tendencia a instrumentalizar el haiku a favor de su creencia personal, el zen budismo. Todo ello, por supuesto sin desvirtuar el valor, aunque fuera puramente cognitivo, que puedan tener muchas de sus traducciones y seleccones. 


                                                          -- O --




Constantino  Dimitrov
Miembro de la Fundación Internacional del Haiku, Tokio, Japón

Estadística de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial: (*)
Imagen: (*)

Otros escritos míos: (aquí)
Otros escritos sobre Blyth: (aquí), (aquí) y (aquí)
Todos los derechos están reservados.

1 comentario:

  1. Gracias Konstantin. Muy interesante lo que dices. No apelar a nuestra propia razón, desentendernos de nuestro propio corazón, es, aparte de estúpido, suicida.

    Un abrazo muy fuerte

    ResponderEliminar

Seguidores