lunes, 19 de noviembre de 2012






Imagen: Constantino Dimitrov (c)



SOBRE LA GESTACIÓN DE LA PALABRA 


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Quien conoce la palabra, conoce a los hombres.
Confucio



Resulta un tanto patético el aumento, año tras año, de la masa de estudios que intentan definir el haiku. Labor imposible: es como intentar definir el cielo estrellado o aquello que hace única una noche de verano de luna llena y estridente croar de ranas. No sé a quién primero se le han ocurrido nociones como ¨haiku moment¨, ¨iluminación¨ y ¨sentido oculto¨, cuando ante un haiku lo más conveniente es refrenar la curiosidad y guardar silencio, si no por otra razón, por respeto a la grandeza de la palabra.

Para vivir el haiku hay que vivir la palabra; y para vivir la palabra hay que estar vivo espiritualmente: es decir, dejar que el alma, lo único que podemos llamar nuestro ¨yo¨ con propiedad, sea transportada más allá del concepto al lugar, oscuro y cálido como un útero, donde amorosamente se gesta toda palabra y se le otorga la plenitud de sentido. Allí es donde el alma aprende a escuchar; allí es donde el alma aprende a hablar.

...Allí, en fin, es donde aprende a callar.




Constantino Dimitrov (c)

19.11.2012

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