miércoles, 1 de junio de 2011

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Fotografía: Constantino (Konstantin) Dimitrov


¿CÓMO SABER SI ALGO ES UN HAIKU?



           Mi respuesta a una persona que aquel día me hizo la siguiente pregunta:

          "... Pero eso es precisamente lo que deseo saber: ¿Por qué determinado texto NO es un haiku? "

          ...¨ Le voy a contestar partiendo de la base de que no se puede hablar de haiku sin hablar del ser humano y que cualquier enfoque sobre el haiku que intente eliminar o soslayar al ser humano para estudiar el haiku aisladamente es completamente desviado. Si hacemos el paso de aceptar lo antedicho,  por definición tendríamos que adoptar un enfoque correcto sobre el ser humano; es decir, reconocer que el ser humano es un ser espiritual. De hecho, vivimos engañados por lo visible, cómodamente ubicados en la creencia moderna de que consitimos de un cuerpo y una psique, encima no sabiendo muy bien cómo definir esa última. La psique es el único reino del misterio para el hombre moderno, es algo como un paraíso a estilo burgués.
           Esta percepción del ser humano no es la verdadera. Somos un espíritu, envuelto, o mejor dicho, misteriosamente unido a un cuerpo visible. El Constantino que le escribe ahora mismo es un espíritu creado por Dios que se expresa mediante unos medios materiales como son sus manos, su vista, su cerebro, el lenguaje, la escritura, los impulsos electrónicos que hacen posible que le llegue este correo a una gran distancia en cuestión de un segundo.
          En este sentido, la civilización moderna ha dado un considerable paso hacia atrás, colocándose por detrás incluso de las trubus supuestamente más primitivas que viven completamente ubicadas en un mundo espiritual. Es el gran drama del occidente y de la así llamada ¨culta¨ élite mundial.
          Esta percepción del ser humano (derivado de los avances científicos en el mundo material que se destilaron en el positivismo en el campo de la poesía)  nubla nuestro criterio a la hora de percibir adecuadamente cualquier fenómeno de nuestra vida interior, de la social y de nuestro entorno material. Somos como unos enfermos quienes han llegado a tal grado de ofuscación que  ya llaman salud a la misma enfermedad.
         El haiku es un género que con todavía más fuerza revela lo que he estado diciendo, ya que, debido a su brevedad y desnudez, no deja mucho terreno para especulaciones y engaños revestidos de bellas palabras. Se ha debilitado fuertemente nuestra capacidad de captar el haiku en su pureza, y en consecuencia, nuestro esfuerzo por defenderla. Si uno percibe las cosas espiritualmente, es conservador (conserva, lucho por lo valioso), porque sabe conceder un altísimo valor a lo espiritual. La expresión espiritual tiende a lo que es el espíritu que es invisible, intangible e indefinible:  a lo único, a lo llano, a lo sencillo, al silencio, a lo monócromo. Y al contratrio, el hombre con una visión modernista tiende, por haber perdido esa percepción espirirtual, a lo variado, lo abundante, lo relativo, a lo anecdótico, lo pintoresco y altisonante, todo ello so pretexto de riquieza, de desarrollo, etc. En otras palabras, en vez de ahondar, está extendiéndose en la superficie.
         Se puede escribir más sobre ello, pero creo que de momento nos sirve como base de reflexión para determinar el por qué no sabemos definir el haiku con presición.
         La respuesta sobre qué es un haiku es que la pregunta misma es improcedente. Es como los intentos que hace Kay, el protagonista del famoso cuento de Andersen ¨La Reina de las Nieves¨ quien a finales del mismo intenta sin éxito componer la palabra ¨Eternidad¨ de trozos  de hielo para poder liberarse del hechizo de la reina y volver a su casa. Es como intentar definir la poesía o la música. Si el haiku opera con el misterio; si, mejor dicho, expresa el misterio, nosotros tenemos que humillarnos y ser agradecidos por lo que se nos revela, pero no intentar conocer más de lo que nos ha sido revelado.
        Es allí donde tropieza el hombre moderno: ateo, desespiritualizado y creyente en en el dios de la razón y de la voluntad.
        Mucho me temo de que la persona que no tenga una clara visión espiritual de las cosas sería capaz de percibir y escribir haikus sólo por un acto de gracia excepcional. Y no es obligatorio que esas personas sean pocas; de hecho, muchos de los clásicos no tenían tal visión.
         Las cosas hay que verlas siempre en su raiz, y la raiz es el espíritu.
        En este sentido, han hecho mucho daño las doctrinas de que el haiku es un reflejo puro de la realidad. No. El haiku es un reflejo del espíritu humano, que es la chispa divina en él, lo divino en él; una estampa hecha con los medios que ofrece la realidad circundante: las plantas, los animales, el viento, todo aquello que rodea al ser humano en su propia vida individual y familar, etc.

       El hombre vive en este mundo, pero no es de este mundo, porque es un espíritu.


Un cordial saludo,

Constantino (Konstantin)  Dimitrov¨


Texto bajo licencia. Todos los derechos reservados.
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