sábado, 8 de octubre de 2011

.



Fotografía: Juan Yanes (c)





SOBRE EL SILENCIO, EL ALMA,
LA VERDAD Y LA MENTIRA

(Una meditación)



En mi soledad
he visto cosas muy claras
que no son verdad.

Antonio Machado

           ...Me permito añadir: en el silencio he oído muchísimas cosas que tampoco lo han sido. El silencio es como un campo abierto donde, metafóricamente hablando, caen por igual las semillas del trigo y las de la maleza; donde canta tanto el ruiseñor como grazna el cuervo, donde cae lluvia y granizo. Puede oler a rosas y puede oler a estiércol. O puede no oler a nada, lo que sin embargo no le otorga ser. El silencio es una condición para llegar a oír la verdad, pero es indiferente a la verdad o a la mentira, porque carece de ser. El ser es un privilegio que ha sido otorgado sólo al ser humano. Sólo el ser humano puede juzgar las cosas como verdaderas o falsas, como buenas o malas, oportunas o no. Puede equivocarse, debido a su flaqueza, pero se equivoca referente a un criterio ideal que sólo él tiene gravado en el corazón.
        Así como el ruido no permite que se manifiesten ni la verdad, ni la mentira, así el silencio permite que se manifiesten ambas. Es un lienzo que dócilmente se presta a que cualquier pintura, buena o mala, sea hecha sobre él. Pero el silencio no es la pintura misma, no es el espíritu de la pintura.
       Ahora bién: sí exite el verdadero silencio, el silencio-silencio, el silencio puro, pero éste es como el amor: sólo puede ser un regalo, nunca un logro propio. Como cualquier cosa auténtica, es un don. Es un silencio que pertenece a Alguien Quien lo da con alegría si queremos aceptarlo. Y una vez que lo hayamos hecho, arropados por este silencio amoroso estaríamos a salvo de los males que ponen en peligro la cosecha del campo de nuestro alma. Porque un ladrón siempre opera en silencio y al amparo de la oscuridad.
       Por lo tanto, sería un error dotar de ser y sacralizar el silencio que sobreviene como consecuencia del propio acallamiento porque, desgraciadamente, puede ser éste portador de la oscuridad-oscuridad; es decir, no de la oscuridad vivificadora de la luz divina que se encuentra por encima de la capacidad de los sentidos para captarla y por eso se nos presenta oscura, sino de la oscuridad que ahoga el espíritu y nos mantiene sumidos en la ilusión - aunque se nos presente bajo el aspecto de luz.
       Huir del ruido exterior no es silencio todavía; acallar los sentidos aplicando unas técnicas, tampoco. De hecho, así podemos caer en un caos interior mucho más grave que el provocado por el exterior. O, como dijimos, caer sin darnos cuenta en un simulacro casi perfecto del silencio auténtico, porque, desgraciadamente, en este campo los sentidos y los sentimientos, los razonamientos y los autoanális no pueden ser un indicador fiable; más bien lo contrario.
      ...Como que todo se vuelve en contra de uno cuando decide llamar las cosas por su nombre; llamar la verdad luz y la mentira, oscuridad; cuando la cuestión de que algo sea verdadero o falso se convierte en cuestión de vida y muerte para él. Cuando decide buscar la luz sin paliativos y al encontrarla y recibirla, ponerse decididamente de su lado, negándose a llamar luz no sólo la tiniebla, sino tampoco la niebla; negándose a admitir que las dos, luz y oscuridad, tengan que ver algo entre sí, que la oscuridad sea una condición para que haya luz y aun que la luz provenga de la oscuridad. Que la armonía del universo sea el resultado de un delicado equilibrio entre el bien y el mal, de un mal necesario; еs decir, que sean las dos caras de la misma moneda. Negándose, en fin, a admitir que la distinción entre luz y oscuridad sea una simple ilusión porque si no, sería supuestamente dividir la indivisible realidad y caer en dualismos.... por lo tanto, negándose a aceptar que para poder vivir una vida plena deberíamos soslayar esta cuestión y quitarle importancia a una respuesta clara sobre la verdad y la mentira, el bien y el mal, sobre el sentido de la propia existencia. En dos palabras, conformarse con la idea de que trascender estas cuestiones fundamentales sin haberlas resuelto es la vía de liberación y de la realización total del hombre.
      No. Sólo vivir en lo verdadero, en el silencio majestuoso, en el aire puro y la luz radiante de la verdad podría llamarse vivir una vida auténtica. Y la verdad no puede prescindir de Quien es la Verdad y basarse en un ¨no sé¨ o un ¨no importa¨. Vivir en la ambigüedad, por muy ¨luminosa¨, ¨silenciosa¨ y ¨liberadora¨ que pueda parecer, es vivir en la confusión: una confusión que, para hacerla llevadera, al hombre no le queda otro remedio que intentar paliar con la insensibilidad, la indiferencia o en el mejor de los casos, con la distracción.

      Pero esto ya no puede ser llamado vida en el sentido propio de la palabra.





Konstantin (Constantino) Dimitrov (c)
.



2 comentarios:

  1. Muy interesante Konstantin. Silencio... Qué palabra...

    Después de leer tu meditación no puedo por menos que recordar la película de Gröning "El gran silencio". Seguro que la conoces.
    En concreto me ha venido a la mente una de las frases (escritas, en silencio) que jalonan de vez en cuando la película:
    "Ésto es el silencio, dejar que el Señor pronuncie en nosotros una Palabra igual a Él”.

    No sé qué opinarás tú.

    Un abrazo grande, amigo

    ResponderEliminar
  2. .


    Gracias por opinar, Momiji. Me gustaría ver la película.

    En mi opiniòn, la expresión ¨dejar que el Señor pronuncie una palabra igual a El ¨ es básicamente correcta y esto es justo lo que ocurre en el alma cuando se encuentra en el silencio dado por gracia (habre de precisar aquí que no es obligatorio que el mensaje recibido sea verbal).

    Pero la frase precisa de su explicación previa y su contexto teológico; si no, podría ser fácilmente malinterpretada.

    Meister Eckhart habla con mucha precisión sobre el silencio divino en en sermón sobre la frase del Evangelio: ¨Después Jesús entró en el Templo y echó a todos los que vendían y compraban allí, derribando las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas. ¨ (Mat., 21:12)

    Un abrazo,
    Konstantin





    .

    ResponderEliminar

Seguidores